Llevaba días con la idea de volver a Moià. Salí a volar solo, se han de aprovechar estos días con poco viento y clima muy calmado, con una temperatura agradable que reduce notablemente las incomodas térmicas.
Hace tiempo que no me acercaba por allí y desde que tiene la pista asfaltada es un placer. No es que antes no me gustara ir, pero en los últimos tiempos la pista me resultaba un campo de patatas. Mi avión tendía en los despegues a cabecear como un loco con los baches y lo acababa lanzando al aire bruscamente. Me parecía más seguro que estar botando como algunos coches de espectáculos americanos.
Con la experiencia que ya tenía de otras ocasiones, no me di prisa en ir al aeródromo. Aunque fuera un sábado, era puente de todos los santos y podía encontrar mucho tráfico. Así que llegue al aeródromo pasadas las 11 de la mañana.
Despegaría de Avinyonet a las 12:15 hora local, tras abrir el preceptivo plan de vuelo con tráfico del Prat. Me comentan la presencia de muchas nubes bajas en el litoral y comentamos situación en el campo. La visibilidad es buena y se dan las condiciones para el vuelo VFR. De hecho esa mañana, hay mucha actividad en el aeródromo. Y no debía ser el único por la cantidad de comunicaciones que se oían en la radio y por cruzarme con varios tráficos en la ruta.
No fui directo a Moià, volé hacia el Bruc, y luego rodeé completamente Montserrat , pero en sentido contrario a como suelo hacerlo. Bordeé la montaña por la Anoia, hasta Esparraguera y desde allí por el lado Norte dirigirme hacia Manresa. Disfruté de unas excelentes vistas del monasterio.
Alcanzado el Bruc por la otra vertiente, viré hacia Moià, donde aterrizaría una hora más tarde. Aproveché a tomar un café y poco después tomaría el camino de regreso. No quería alargar demasiado la estancia, las nubes bajas podían adentrase y dificultar el vuelo de regreso. No fue así y en poco más de media hora aterrizaría en Avnyonet con una sonrisa en la cara y la agradable sensación de haber estado disfrutando del vuelo.