Hacía mucho tiempo que no salía a volar con un amigo, la pandemia nos ha dejado, o en tierra, o volando en solitario. Se terció la posibilidad de volver a volar un sábado por la mañana con Juan Carlos.
No era su primer vuelo conmigo, poco después de obtener la licencia de vuelo me acompaño en un vuelo desde Hostalrich por los cielos de Gerona y la Costa Brava. De eso hacía ya bastante tiempo y la idea de repetir fue muy bien recibida.
Bien temprano nos dirigimos al aeródromo con la idea de salir con un grupo que había propuesto una salida, la idea no debió cuajar, así que saldríamos solos. Decidimos ir a Coscojuela.
Tras los preparativos de rigor, partiríamos de Avinyonet.
Abandonando el Penedés hacia el Noroeste, en dirección a la Segarra para atravesar la plana de Lleida, bordeando el CTR por el Sur. Aunque la ruta más corta es por el Norte. Simplemente porque se trata de salir a disfrutar del vuelo y no de llegar cuanto antes.
Durante la ruta la visibilidad era buena, fue reduciéndose por nubes bajas tras rodear Lleida y virar al norte. Las montañas al norte de la plana de Lleida, preciosas estribaciones pirenaicas, muy lejanas pero visibles desde largas distancias en días claros, se mostraban esa mañana tímidas. Ocultas y difusas tras un blanquecino velo.
Tomamos la decisión de detenernos en Binefar. Y no seguir a una zona menos conocida y montañosa ante la perspectiva de que las condiciones empeoraran más al norte.
Tras un breve descanso y charla, regresaríamos por la misma ruta en dirección a Avinyonet.
Para celebrar el vuelo y no dejando acabar el encuentro sin su merecido premio. Nos quedamos a comer en la terraza de “La Calcoteca” de Avinyonet. Una bien surtida tabla de quesos y unas, más que opulentas, carnes argentinas nos repusieron fuerzas. Lugar muy recomendable para comer si se hace una parada en estos parajes.
Un gran día de vuelo en compañía de un eterno, viejo y gran amigo.